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Historia del rock peruano

El rock peruano pronto evolucionó más allá de sus revolucionarios comienzos a mediados de los años 60 y se convirtió en un sonido único y ardiente. Russ Slater traza su historia…

Olvídate de las zampoñas: en lo que respecta a la música, Perú tiene una historia ilustre repleta de muchos desvíos y movimientos musicales, pero nunca dio tan buenos resultados como cuando abrazó el rock en los años 60 y 70. Desde la creación del punk, pasando por la psicología, hasta la creación de su propio brebaje tropical-surf, Perú creó uno de los rock más ingeniosos, ardientes y alucinógenos del mundo.

Si nos remontamos a principios de los años 60, el rock and roll empezaba a echar raíces en la capital peruana, Lima, con bandas como Los Shain’s, The New Juggler Sound y The (St. Thomas) Pepper Smelter, que imitaban los sonidos del surf, el go-go y el Merseybeat que escuchaban en la radio. 

“Lima era muy ordenada y muy alegre”, recuerda Manuel Cornejo, que tocaba en The New Juggler Sound y luego en Laghonia. “La escena artística estaba llena de color y espontaneidad. Era realmente intensa, más aún con la explosión de música que llegó de Inglaterra y el movimiento que esto generó en la juventud de la década.”

Uno de los primeros grupos que pusieron el rock peruano en el mapa fueron Los Saicos. Su segundo single, Demolición, publicado en 1965, no se parece a nada de lo que había hecho antes. Sobre un riff de guitarra surfero, el cantante Erwin Flores grita “demoler” una y otra vez, hasta que llega a la conclusión de “vamos a derribar la estación de tren”. 

A esto le siguen innumerables “yeah-yeah-yeahs” guturales hasta que la estación de tren es debidamente demolida, una y otra vez. En comparación con el rock de garaje que se hacía en Estados Unidos en esa época, nada se acercaba a este nivel de nihilismo. 

Siguieron otras rachas de actitud con temas como El Entierro De Los Gatos y Salvaje, e incluso intentaron una canción de amor, con Te Amo – aunque el estribillo de “te quiero, pero me tengo que ir” delataba una clara falta de sentimiento.

Aunque no se dieran cuenta, el grupo mostraba el mismo tipo de rabia y desconexión del mundo que se convertiría en un sello distintivo del punk en los años 70, por lo que no ha sido una sorpresa verlos mencionados en relación con el movimiento. 

Legs McNeil, uno de los fundadores de la revista Punk (la revista que utilizó por primera vez el término “punk”), ha llegado a decir: “Los Saicos inventaron el punk… si Los Saicos no son punk, entonces nadie es punk”. El propio grupo sí que ve las similitudes. “Éramos proto-punk”, dice Flores. “No exactamente punk, pero como Lucy fue la predecesora de la raza humana, nosotros fuimos predecesores del punk”.

Rock revolucionario

Los Saicos se separaron en 1966 tras grabar sólo seis singles, pero tuvieron un impacto sísmico en Lima, influyendo en grupos como Los Yorks, Los Shain’s y Los Golden Boys, que adoptaron un espíritu rebelde similar para versionar canciones como Woolly Bully y 96 Tears in Spanish, junto con algunos originales de garage-rock. 

Poco a poco, esta música comenzó a infiltrarse en la cultura popular, apareciendo en la televisión, y se crearon nuevas revistas para dar a conocer a los grupos. Entonces, en 1968, ocurrió algo monumental en Perú. 

El general Juan Velasco se hizo con el poder mediante un golpe de estado y declaró la guerra al rock. “Velasco cerró las puertas de Perú al mundo”, dice Cornejo. “Cerró los periódicos a todas las influencias ‘alienantes’. Llegó al colmo de expulsar a Santana por estar en ‘connivencia’ con los comunistas de la Universidad de San Marcos”.

Sorprendentemente, en este ambiente, el periodo que va desde 1968 marcó un punto álgido para el psych y el rock progresivo peruano, ya que surgieron varios grupos que demostraron que la contracultura seguía bien viva. Los Mad’s fueron uno de los primeros en mostrar su amor por el rock más pesado que escuchaban en el extranjero.

Comenzaron siendo principalmente una banda de versiones, pero tras conocer a Mick Jagger y Keith Richards, que estaban de vacaciones y se aficionaron a la banda, se dirigieron a Inglaterra bajo la tutela del grupo. Grabaron en el estudio de los Rolling Stones, vieron a Hendrix en la Isla de Wight, tocaron con Steve Winwood, Mama Cass y Jeff Beck y, en general, disfrutaron de todo lo que ofrecía el Londres de mediados y finales de los 60. 

Tras varios cambios en la banda, perdieron parte de su magia y se separaron, aunque las maquetas grabadas en el estudio de los Stones muestran una gran banda de hard-rock rítmico con temas como Fly Away y Tumor Bossa que muestran una gran interacción entre el resto de la banda y el talentoso guitarrista Alex Ventura.

Aunque The Mad’s no encontraría la fama hasta que se publicaron sus maquetas años más tarde, hubo muchas bandas que se hicieron un nombre en la época, y ningún acto de psych-rock tuvo tanto éxito como Traffic Sound. “Éramos seis en el grupo”, dice el bajista de la banda, Willy Thorne. “Todos estudiamos en el colegio católico”. 

Con su interés compartido por la música, el grupo empezó a tocar versiones de The Jimi Hendrix Experience, Santana, The Who y The Animals, además de escribir algunas de sus propias canciones, informadas por las jams improvisadas que tocaban en directo. “Tocábamos en fiestas familiares, en colegios y en clubes de playa y de surf… así como en discotecas, donde la gente bailaba mucho nuestra música”, recuerda Thorne.

Publicaron su álbum de debut, Virgin, en 1969. Es un disco que el reputado periodista psicológico Richard Morton Jack incluyó en su libro Psychedelia: 101 Iconic Underground Rock Albums 1966-1970. Es el único álbum latinoamericano en español que figura. “Virgin es un disco especial”, nos dice Jack, “con excelentes canciones y texturas, y un atractivo ambiente melancólico, especialmente en Tell The World I’m Alive, mi tema preferido. 

[También hay buenas guitarras distorsionadas en las canciones más pesadas”. Siguieron con otros tres álbumes en los dos años siguientes, todos los cuales merecen la pena ser explorados, especialmente por la incorporación del saxo a un sonido psico-rock.

La mejor muestra de ello es su tema insignia Meshkalina, un alborotado tour de force que es tan funky como crudo. También tiene una letra juguetona que revela la contracultura en Perú y hace un guiño al pasado indígena del país: “Yawar Huaca [un gobernante inca] se preguntaba por qué estaba drogado una vez… Esparció la hierba un día, por todo su imperio… Dijo, ‘Hombre, está aquí, probemos mi nueva sustancia’, dame un poco de meshkalina [un alucinógeno derivado de los cactus]”.

A medida que avanzaban los años 70, la escena del rock peruano florecía. Telegraph Avenue ofrecía su propia perspectiva influenciada por la Costa Oeste de los Estados Unidos; Tarkus iba en la dirección más pesada de Black Sabbath y Led Zeppelin; mientras que We All Together nunca pudo superar el tirón de McCartney, sacando algunos grandes álbumes de power-pop. 

También hubo grupos que ofrecieron algo completamente diferente, como El Polen, que apostó por un folk-rock de inspiración andina que recientemente ha encontrado un gran fan en Devendra Banhart, y Los Texao que, con su sonido gutural de garaje, demostraron que había vida fuera de Lima – eran de Arequipa.

Un tipo diferente

Sin embargo, casi tan pronto como llegó, la escena del rock peruano comenzó a extinguirse y, a mediados de los años 70, muchas de las bandas habían dejado de hacer música. 

Explicando el fin de Traffic Sound, Willy Thorne nos dice “La banda se detuvo porque los objetivos de todos nosotros, menos [uno], era hacer música como un hobby, pero se estaba apoderando de nuestras vidas, así que todos fuimos a la universidad y luego continuamos por caminos diferentes, ya que la industria musical en el Perú era demasiado embrionaria para dedicarnos a ella”. Este parece haber sido un tema recurrente para varios músicos.

Describiendo el fin del rock en Perú, Carlos Torres Rotondo, que ha escrito un gran libro sobre el rock peruano llamado Demoler, dice: “Muchos vieron la música como un hobby, y cuando terminaron la universidad consiguieron un trabajo. Otros decidieron seguir en la música, pero emigraron y trabajaron como mercenarios en hoteles… otros se metieron en el jazz latino, algunos se quemaron con las drogas. Pero el factor determinante fue no conocer el bricolaje, comportándose, a veces, como estrellas del rock con un ego que les hacía leer la realidad de forma distorsionada. Eso provocó la ruptura de varios colectivos musicales”.

Mientras que la música rock antes mencionada -que era tocada en gran parte por y para las clases medias y altas- se extinguía, un nuevo estilo de música se desarrollaba en los barrios obreros de todo Perú. Al igual que Los Saicos, nació del surf, pero tomó una dirección completamente nueva. 

La chicha, para usar el término que ha llegado a definirla, tomó el formato del rock ‘n’ roll de guitarra eléctrica, bajo, batería y (ocasionalmente) órgano, pero añadió percusión afrolatina y cambió el 4/4 por ritmos como la cumbia colombiana, la guaracha cubana y el huayno andino.

Se trataba de un rock psicodélico tropical, interpretado por conjuntos de Lima y grupos de la Amazonia y de todo el Perú, cuyo objetivo era hacer bailar a la gente. Era muy apreciado por el pueblo, aunque despreciado por la élite debido a las antiguas fricciones entre clases sociales.

El primer grupo de chicha es reconocido como Los Destellos, que comenzó en 1968 y fue liderado por el enigmático guitarrista Enrique Delgado. Principalmente instrumentales, publicaron innumerables álbumes durante las décadas de 1960 y 1970, todos ellos liderados por las limpias y punzantes líneas de guitarra de Delgado que, unidas a los polirritmos del bajo y la percusión, conjuraban una cualidad hipnótica imposible de ignorar. Siguiendo la estela de Los Destellos, muchas otras bandas se involucraron. 

Entre ellas, Los Diablos Rojos, Manzanita y su Conjunto y Los Walkers, así como bandas amazónicas como Los Mirlos, Los Wembers y Juaneco y su Combo, que cantaban sobre la selva y las ceremonias de ayahuasca, además de los omnipresentes temas de amor, tema principal de muchas canciones de chicha.

Chica Funky

Juan Ricardo Maraví ayuda a dirigir Infopesa, un sello discográfico creado por su padre en los años 70 que editó discos clásicos de chicha de Los Mirlos y Juaneco y su Combo. Para él, la popularidad de la chicha en los años 70, a la que se sumaron géneros como la salsa, el bolero y la música folclórica peruana, es el símbolo de una tendencia. 

“En los años 70, mucha de la música que se escuchaba en nuestro país procedía de grupos extranjeros”, dice Maraví. “Creo que lo que hizo Infopesa fue mirar hacia dentro en lugar de hacia fuera. La música [nuestra] estaba hecha para las masas y éstas sentían una conexión instantánea con sus raíces”.

Aunque siempre fue popular en los pueblos jóvenes de Perú, la chicha no obtuvo ningún respeto por parte de la crítica, hasta que un músico francés llamado Olivier Conan descubrió el estilo y lanzó una compilación llamada The Roots Of Chicha en 2007. Esta recopilación dio a conocer el género a mucha gente y contribuyó a que la música se volviera a admirar en Perú.

Desde entonces, han surgido grupos de chicha en el Reino Unido, Estados Unidos e incluso Australia, y bandas como Giant Sand de Howe Gelb y Franz Ferdinand han versionado el estilo en directo. El vocalista de esta última banda, Alex Kapranos, incluso aportó notas de fondo para una compilación publicada por Infopesa llamada Cumbias Chichadélicas. 

Sobre su experiencia al descubrir el género, Kapranos dice: “Fue emocionante: la música tenía una energía áspera y un sonido de garaje, pero tenía un sabor peruano distintivo. Guitarras con punta de aguja, rascadores que agitaban el ritmo y, aquí y allá, algunas teclas y ecos psicodélicos”. Gracias a los recopilatorios Roots Of Chicha y a las reediciones de Infopesa, esta música sigue encontrando un público más amplio.

Asimismo, los grupos vinculados a la escena garage y psych han visto reeditada su música, con Los Saicos reuniendo por fin sus singles en un disco y The Mad’s viendo sus maquetas editadas por primera vez por el sello peruano Repsychled, así como álbumes de la talla de Traffic Sound recibiendo el tratamiento de reedición. 

La llegada del sello británico Tiger’s Milk Records también ha ayudado a difundir parte de esta música en vinilo para un nuevo público, a través de recopilaciones de música peruana de los años 60 y 70. Cada año está más claro: nadie hizo rock como los peruanos. 

Artículo traducido y adaptado de Long Live Viny